domingo, 2 de agosto de 2009

El baño en la Antigüedad

Bordello, origen de burdel, era el nombre de una casa de baños. Tal vez por eso, dos concilios recomendaron a los cristianos que se abstuvieran de visitar los baños mixtos. Ya los hebreos prescribían abluciones y los esenios (¿Jesucristo?) convirtieron el baño en baptismos: inmersión en griego.

A la era de limpieza que va de Knossos hasta Roma suceden mil años de suciedad. Luego, el Islam presta blancura a los cristianos y la Edad Media -cuando el dormitorio es una sola habitación de la casa y no existen las ropas de dormir- crea la tina colectiva.

En el Renacimiento vuelve a huir el baño, la lenta recuperación viene de mano de los médicos: el baño convertido en medicina para los pacientes no para usuarios normales. La higiene, ese hábito más saludable que los antibióticos que no existen, aún no está extendida.

Micénicos

Lawrence Wright en Limpio y decente. Historia del cuarto de baño y del WC, 1958, situa la primera bañera en el aposento de la reina en el palacio de Knossos hacia el 1700 a.C. Pero no es un capricho real, se han hallado diversos cuartos de baños en casas en la acrópolis de Tirinto tallados en terracota con ingeniosos sistemas de tuberias para que el agua no se estancara. Cerca del palacio de Knossos se ha encontrado un caravasar con baños de asiento con gradas para introducirse hasta la cintura para los viajeros; también se han encontrado bañeras individuales con barras para asirse.

Griegos

Agamenón volvió de Troya, se metió en el baño para reposar y su esposa Clitemnestra le descargó dos hachazos para que tuviera un reposo eterno. Las bañeras griegas no permitían al hombre tumbarse completamente debían permanecer rescostados con parte del cuerpo fuera del agua. La sala del baño estaba cerca de la zona de las mujeres (Thalamon) ya que las esclavas y las doncellas bañaban a los hombres antes de friccionarlos con aceite de oliva. Existía la posibilidad de mantenerse de pie: se ha encontrado un vaso donde se representa a un griego de pie y adosada a una columna una gárgola vomitaba sus aguas sobre el bañista.

En las casa familiares había baños privados pero abundaban más los públicos (particulares o del Estado). Al principio estaban adosados al gimnasio luego se independizaron y fueron ganando en complejidad: con piscinas (columbathra) calderas, tinajas para varios bañistas y grandes depósitos de agua.

Romanos

Agrippa impulsó las termas (del griego caliente), según avanzaba el Imperio y llegaba la decadencia mayores eran las termas. Famosas fueron las de Dioclesiano que podían aceptar a 3.200 bañistas a la vez, tenía, además, jardines, gimnasios, restaurante y salas de lectura.

Las termas fueron la cima del arte romano del baño, gracias a los trece acueductos que llevaban agua a la ciudad. En el año 50 d.C., los 8 más grandes tenían 354 kms de los que sólo 48 estaban al aire libre.

Cuatro siglos después de Jesucristo, Roma tenía once baños y 1352 fuentes públicas, tan importante era el agua que la palabra para designar un negocio redondo era balneare (baño). Los romanos gastaban al día más agua que los ingleses de mediados del siglo XX.

Roma incluso llevó el baño hasta sus campamentos militares; no pudo, en cambio, exportar el hábito, que caería junto con ella, sólo se mantuvo en el Islam.

Los pueblos germánicos fueron reacios a la limpieza a pesar de ser los inventores del jabón, según Plinio, quien cuenta que los celtas de las Galias hacían una mezcla de grasa de cabra y cenizas de haya (potasa).

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