miércoles, 4 de abril de 2018

Zombies en La Línea


Esta mañana los he visto, ha sido horrible. Había visto a alguno por aquí, no de cerca y no muchos. Esta mañana eran cientos, quizá miles, iban andando con sus pasos descoyuntados, como si fuesen cojos o minusválidos sin muletas. Algunos arrastraban los pies, otros tropezaban y se giraban, perdida la orientación tardaban en volver a girar y seguir al resto. Apenas hacían ruido, algún gorgoteo ocasional salía de sus bocas entreabiertas.
Empezaron a llegar en pequeños grupos, venían por la carretera de la Avenida España, los dos carriles de entrada a La Línea estaban despejados de vehículos hasta el Príncipe Alfonso, desde aquí arriba puedo ver a todo lo largo de la línea de costa hasta la curva de entrada a Gibraltar. La Aduana está completamente militarizada, al menos cuatro líneas de alambre de espino, bloques de hormigón impidiendo el paso franco de vehículos. Pero no hay ni un solo soldado, ya no queda nadie. Se replegaron a la Zona Segura de Algeciras. ¡Já!, como si Algeciras fuera un sitio seguro. Sólo hay moros por todos lados. Siempre he odiado esa ciudad.
Los soldados se montaron en sus todoterrenos y se fueron, acarreando a las pocas personas que aún no se habían ido de La Línea. Los ingleses del otro lado los despidieron con caras largas. No parecían contentos de verlos ir. Yo me mantuve escondido en mi piso. Luces cortadas, nada de grifos abiertos. Nadie me va a decir lo que tengo que hacer. Y menos viendo como han llevado el tema de la propagación del virus. Si son incapaces de cuidar de los enfermos cómo coño van a cuidar de los sanos. Dice la radio que debemos reunirnos en las Zonas Seguras del Gobierno. Montones de hombres, mujeres y niños en zonas acotadas por vallas vigiladas por los militares. Eso no es para mí. Y he debido acertar. Algo ha pasado en Algeciras. Todo el día de ayer he visto columnas de humo. He oído explosiones. El día estaba muy claro y he podido ver mucho movimiento en el Puerto, barcos y vehículos llenos de gente intentando huir. Muchos incendios en la ciudad. El caos debe ser espantoso.
Esta mañana, cuando me despejé lo suficiente para prestar atención, casi me cago en los pantalones. Por la Avenida España venía una masa de cuerpos tambaleándose, no tenían prisa, pero sin pausa se dirigían hacia Gibraltar. Estaba claro, el ruido les atraía. Debería avisar a los putos ingleses de alguna manera, pero no quiero atraer la atención sobre mi escondite. Creo que el edificio está vacío pero no las tengo todas conmigo. Podría haber alguna de esas cosas deambulando por algún pasillo.
Es engañoso el paso tambaleante que llevan. Están avanzando mucho en poco tiempo, ya han llegado al restaurante chino del edificio Panorama. Son muchos, deben ser miles. Veo soldados sin armas; policías, guardias civiles, mujeres descalzas. Muchos están sangrando. No, no están sangrando. La sangre está seca, casi coagulada. ¡Cómo coño andan!. ¿Qué ha pasado con esas personas?.
Me cago en el puto Gobierno. Una mierda un virus. Aquí ha pasado algo gordo. He visto a un tipo con medio cuerpo quemado, le falta el brazo derecho más arriba del codo y sigue andando. Ese no está enfermo. Desde aquí arriba no se ven bien los detalles pero esa gente no parece estar bien. Y son muchos; volviendo la vista hacia la carretera veo que la masa llena los cuatro carriles, zigzagueando entre los coches que no llegaron a salir de La Linea.
Los ingleses se han dado cuenta. Debían tener gente a este lado de la frontera. Putos cabrones, como siempre, aprovechándose de la situación. Suenan las sirenas. ¡Gilipollas!. El ruido parece acelerar a esas cosas. Se mueven con decisión. Los veo pasar bajo mi posición, flota un aire de decisión que da miedo. ¿Qué irán a hacer?.