lunes, 15 de marzo de 2010

Los vikingos invaden Sevilla

Sevilla en el siglo IX

Gobernaba al-Andalus Abd al-Rahman II (822-852), cuarto emir independiente, se había dedicado a la consolidación interior, sofocando las numerosas rebeliones a que hubo de hacer frente, mantenimiento de las fronteras frente a los nacientes reinos cristianos del Norte.

En la Sevilla de mediados del siglo IX no existían aún los monumentos que la habrían de caracterizar en el futuro, pues hasta el siglo XII no se construiría la mezquita, cuyo alminar, la Giralda, es el único resto visible en la actualidad. La, por entonces mezquita mayor y, por tanto, centro de la ciudad, se hallaba en el lugar de la actual iglesia de El Salvador, había sido edificada en el 829 por Abd al-Rahman II; la Torre del Oro junto con su desaparecida hermana, la Torre de la Plata serían bastiones de la muralla almohade, no existentes todavía en el siglo IX, pero sí existía una muralla más modesta.

Había tres arrabales: el de Triana (Tiryana), el de La Macarena (Al-Makrina) y un tercero al Este en el camino de Carmona. En el de Triana, del que hay constancia de su existencia ya en la época romana, se ubicaba la comunidad mozárabe (cristianos). No existían puentes, cruzándose el río al-Uadi al-Kabir (el río grande) mediante barcas. Río que, por otra parte, no seguía el curso actual, pues se acercaba a Sevilla por donde hoy se halla la iglesia de San Vicente y seguía por la Alameda, calles Amor de Dios-Trajano y la Avenida, hasta la Catedral donde giraba a su derecha para entroncar en el Arenal con el curso actual.

Los autores islámicos describen ampliamente la prosperidad de la cora (provincia) de Sevilla, destacando todos ellos la gran riqueza aceitera del al-Sharaf (Aljarafe).

Los vikingos

Tras de unas incursiones en Gijón y La Coruña aparecieron los vikingos en Lisboa el 20 de agosto de 844, en una expedición de 108 barcos. El gobernador avisó al emir Abd al-Rahman II, pese a lo cual no pareció que se tomaran medidas defensivas en las costas andalusíes.

El 29 de septiembre tomaron Cádiz, asolaron las costas de la cora de Sidonia y, remontando el río, llegaron a Isla Menor (Yazirat Qabtie) que convirtieron en su primera base de operaciones. Remontaron de nuevo el río hasta Coria (Qawra) donde atacaron, vencieron, saquearon y tomaron el castillo, a pesar de llevar sólo cuatro embarcaciones. Después de realizar varias incursiones por los terrenos circundantes se presentaron ante Sevilla. Los cronistas nos cuentan que ya había sido abandonada por sus habitantes quienes se ocultaron en los montes (¿el Aljarafe?). El wali huyó a Carmona (Qarmuna) lo que después el emir le tendría en cuenta, ordenando su ajusticiamiento.

Saquearon la ciudad durante siete días, otros cronistas lo reducen a tres días. Tomando cuantioso botín en bienes y personas, asesinando a cuantos caían en sus manos y volvieron a su base. Retornaron a Sevilla una vez más, la encontraron desierta excepto por unos ancianos que se habían refugiado en una mezquita, los asesinaron; la mezquita pasó a llamarse “de los mártires”. A partir de entonces se dedicaron a hacer correrías a caballo por el Norte y Oeste de Sevilla, sobre monturas tomadas en Isla Menor.

El contraataque

Mientras ocurría todo esto, en Córdoba se estaba preparando la reacción. Primeramente llegaron unas pocas tropas al mando de Abdal-Wahdy al-Ishkandarani (el escandinavo) que tuvieron un encuentro con los vikingos, de resultado indeciso, pero que les obligó a reembarcar. Los musulmanes no les persiguieron, lo que hizo que Abd al-Rahman les mandase encarcelar. Hubo después dos expediciones más fuertes, la primera de tropas de caballería y la segunda, más tarde, de infantería. Las tropas de caballería tuvieron un primer encontronazo con los vikingos en un lugar denominado Qwartus, identificado actualmente como el Cortijo de Cuarto, próximo a Sevilla.

Los vikingos se retiraron más tarde a Talyata (no identificado, aunque los cronistas nos dicen que era una población en un montículo a unas 20 millas (37 km) de Sevilla, por lo que quizá sea Gerena). Fueron perseguidos y sitiados. Hubo una decisiva batalla el 11 de noviembre, y sufrieron una derrota contundente. Aunque, mientras tanto, corrieron el Aljarafe dedicándose al pillaje, cuando se repartían el botín en Huévar, al SO de Sevilla fueron atacados y obligados a reembarcar en Isla Menor.

En ese entonces llegaron quince naves desde Córdoba que les presionaron Río abajo, por lo que abandonaron definitivamente la región sevillana, excepto unos grupos menores que se quedaron en tierra, y se dedicaban a saquear los alrededores de Sevilla. Es curioso el final de estos grupos de rezagados, al quedar abandonados se convirtieron al islam y se dedicaron a la fabricación de quesos que durante muchos años suministraron a Sevilla y Córdoba.

Fuente: Enrique García Corrales. Historia 16 nº 235. Noviembre 1995

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