Esta imagen es de la Oficina del Censo de los EE.UU. (referida al año 2000), muestra el segundo idioma hablado en cada uno de los condados del país.
Sí, el rosita desvaído ese es el ejjjpañol.
Volverán banderas imperiales.....
sábado, 9 de marzo de 2013
lunes, 21 de enero de 2013
Un navarro universal
En 1506 nació Francisco Jaso y
Azpilicueta, llamado Francisco de Javier, por el castillo navarro
donde vivían sus padres.
Había estudiado en la Universidad de
París donde había coincidido con Loyola. Al principio había
chocado con éste, pero la muerte de una hermana lo sumió en una
crisis anímica que trasmutó en su vocación religiosa. Jesuita de
primera hora, fue ordenado sacerdote en 1537. No quería puestos
burocráticos por lo que salió de España en calidad de nuncio
apostólico, partió para la India requerido como misionero por
Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, a petición
del Papa Paulo III y del rey de Portugal Juan III. Tenía 35 años,
edad poco apropiada para la aventura viajera si tenemos en cuenta la
corta esperanza de vida de la época. Tardó un año en recorrer la
distancia entre Lisboa y Goa, capital de los territorios portugueses
en el subcontinente asiático.
Entre 1542 y 1547, recorrió la costa
de Comorín, Ceilán (actual Sri Lanka), Malaca y las islas Ambón y
Morocai de las Molucas, para regresar de nuevo a Malaca y de allí
saltar a la India por la costa de Pesquería, hasta llegar otra vez a
Goa y Cochín.
Francisco Javier, intrigado por las
noticias de un país desconocido pero con un alto nivel de
civilización, se dispuso a dar el salto. Ni corto ni perezoso se
subió a un sampán pirata que lo llevó hasta tierras niponas. Una
vez allí, recorrió Kagoshima, Satsuma, la isla de Hirado y
Yamaguchi. Instruyó en el cristianismo a los señores feudales
(daimios). Admitió que si los paganos estaban abiertos al bien, eran
fieles a su Dios y vivían conformes a la naturaleza, podrían lograr
la gracia de la salvación eterna. Ideas muy innovadores y no exentas
de fuertes críticas para la mentalidad cristiana de la época.
Recordemos que Lutero clavó las 95 tesis en Wittenberg en el año
1517, y la que se lió.
En 1551 emprendió un nuevo viaje, esta
vez a la China, pero murió en 1552 a las puertas del celeste
imperio. Aún no había cumplido los 46 años.
Políglota y carismático, siempre
ansioso de conocer, fue muy popular entre los habitantes autóctonos.
Formó en la India catequistas laicos casados y llegó a redactar
instrucciones para la oración, tanto para adultos como para niños.
Casi 30.000 personas fueron bautizadas por sus manos en sus viajes.
Sus restos son venerados en Goa, donde
fueron trasladados por orden de Ignacio de Loyola, que supo de su
muerte años después de que ocurriera.
Fue beatificado en 1619 y canonizado en
1622.
Para saber más:
http://dpto.educacion.navarra.es/elmundodejavier/
martes, 15 de enero de 2013
Miscelanea I
La lengua, compañera del Imperio
Hombre
de humilde origen, Nebrija se educó en Italia, especialmente en
Bolonia, donde asimiló las nuevas concepciones de la filología y
las nuevas técnicas de enseñanza que él implantó luego en su
patria. Entusiasta de todo lo relacionado con la antigüedad clásica,
exploró con espíritu de arqueólogo las ruinas de la Mérida
romana, e implantó en la Península los estudios helénicos. Nebrija
desarrolló su labor pedagógica en las universidades de Salamanca y
de Alcalá. Fue él quien dio el paso jamás soñado por los eruditos
hispanos: si el conocimiento del latín era expresable en una
gramática, no tenía por qué no serlo también el del castellano.
La importancia de Nebrija es
mucho mayor que la de un simple gramático. Junto con los sabios
italianos residentes en España y Portugal, él sentó en el mundo
hispánico las bases del humanismo, movimiento paneuropeo, búsqueda
colectiva del saber emprendida por un grupo numeroso de personas a
quienes unía el conocimiento de las dos lenguas internacionales, el
griego y el latín, de tal manera que entre el andaluz Nebrija y el
holandés Erasmo no había ninguna barrera idiomática.
La gramática en que Nebrija
puso debajo del arte (o sea, reducir su artificiosidad) la lengua
castellana acabó de imprimirse en Salamanca el 18 de agosto de 1492,
cuando Cristóbal Colón navegaba hacia lo aún desconocido. Tanto
más notable es la insistencia con que subraya el humanista, en el
prólogo, la idea de que “siempre la lengua fue compañera del
imperio”. Era imposible que le pasara por la imaginación lo que el
genovés iba a encontrar. En realidad, Nebrija pensaba en cosas más
concretas: en los primeros días de ese mismo año de 1492, los Reyes
Católicos habían recibido de manos del Rey Boabdil las llaves de la
ciudad de Granada, último reducto de los moros en España, y en la
corte se hablaba de la necesidad de continuar la lucha, quitándoles
tierra a los musulmanes en el norte de África, y seguir, ¿Por qué
no?, hasta arrebatarles el sepulcro de Cristo, en Jerusalén.
Cuando el manuscrito fue
presentado a la reina Isabel, después de hojearlo ésta preguntó:
¿Para qué puede aprovechar?. El reverendo obispo de Ávila, el
cardenal Francisco Jiménez de Cisneros se explayó explicando la
necesidad de tener una lengua que poder enseñar a todos los pueblos
bárbaros y naciones de peregrinas lenguas que caigan bajo el yugo de
Su Católica Majestad, para poder recibir la leyes que el vencedor
pone al vencido y con ellas nuestra lengua, tal como los ejércitos
romanos impusieron el latín a una España bárbara en que se
hablaban peregrinas lenguas.
Poco después, ese mismo año,
la vaga “profecía” imperial de Nebrija se convirtió en
inesperada y esplendorosa realidad. Pero no tuvo la misma suerte su
gramática, que no volvería a reimprimirse hasta muy entrado el
siglo XVIII, y lo fue por razones de mera curiosidad o erudición.
Extrañamente, a lo largo de los tres siglos de predominancia
española en el mundo fueron poquísimas las gramáticas que se
compusieron e imprimieron en España. Las publicadas en el extranjero
y destinadas a extranjeros fueron muchas.
Leido en: Antonio Alatorre. Los 1.001
años de la lengua castellana. FCE y Colegio de México. México
viernes, 11 de enero de 2013
Pedro Alberni, catalán y soldado español
El
puesto español más avanzado en el norte de la costa pacífica de
Norteamérica era San Lorenzo de Nutka (en inglés Nootka) ocupado
desde 1789 hasta 1794. Se perdió debido a una cuestión diplomática
con Inglaterra, que se llamó en la época “la cuestión de Nutka”.
Durante
la breve vida del establecimiento de San Lorenzo de Nutka, también
llamado Santa Cruz, los españoles colocamos una batería en la isla
de San Miguel y, bajo sus cañones, un poblado bien abastecido
considerando la gran distancia que había desde la base de apoyo
español, San Blas, a 1.800 millas, en la costa mexicana de Nayarit.
A este pueblo fue asignado el capitán Pedro Alberni como comandante
del destacamento militar, bajo las órdenes del teniente de navío
Francisco Eliza, del Puerto de Santa María (Cádiz).
En
este poblado se intentó el primer experimento agrícola y científico
en la costa noroeste de América, dado que los nativos estaban poco
interesados en tales esfuerzos. Sin duda, estas actividades agrícolas
estaban motivadas por la posibilidad de una ocupación a gran escala
del territorio. El protagonismo corresponde a Alberni animado en todo
momento por el comandante del establecimiento, quién ponderó
entusiásticamente el carácter trabajador, eterano de la guerra de
Portugal y endurecido en las luchas con los indios bajo los soles
ardientes de Sonora y las regiones tropicales de la Nueva España,
del joven catalán “propio del carácter general de su provincia”.
Porque
hay que hacer constar que Pedro Alberni era catalán y capitán de
los Voluntarios de Cataluña, nacido en 1747, en la zona agrícola de
Tortosa. Con 15 años era cadete de la segunda compañía de
Infantería Ligera de Cataluña. En el año de 1762, dos compañías
de Cataluña fueron enviadas como refuerzo a la guerra contra los
portugueses. Alberni se presentó voluntario. Y en esa unidad
permaneció los siguientes 35 años de servicio hasta su muerte en
California. Pues las dos compañías de Voluntarios de Cataluña
fueron enviadas a la frontera norte del virreinato de la Nueva España
en 1767, teniendo un elevado protagonismo en la ocupación de la Alta
California en 1769. El propio Alberni nos cuenta en su historial que
“hice 26 salidas a campaña contra los indios seris, pimas y
pápagos. Además de cuatro ataques al reducto principal de los
indios en Cerro Prieto.” Todo esto en los 38 meses que duró la
lucha contra los indios. Hasta 1776 sirvió, con el grado de capitán,
como comandante de la provincia de Nayarit, cuya capital, Tepic, era
el centro logístico de la expansión española en la costa pacífica
de Norteamérica. Llegó a ser muy popular entre los misioneros y los
indios y dejó la provincia en perfecto orden.
Pasó
a su siguiente destino, comandante y gobernador militar del fuerte de
Nutka, cargo en el que sirvió durante 35 meses y donde fue ascendido
a teniente coronel por sus servicios. En esta fecha, los catalanes
habían disminuido notablemente en la composición de las compañías
de voluntarios: de un total de 144 españoles sólo quedaban 17
oriundos de Cataluña, 43 de las diversas regiones peninsulares, 1
del Piamonte y 79 americanos.
Una
vez en Nutka, con un destacamento de 31 soldados, Alberni estableció
las guardias necesarias para la protección de la batería de San
Miguel, el buque insignia y el establecimiento de Yuquot. Como no era
partidario de mantener a sus hombres ociosos cuando servían en la
frontera, Alberni dirigió la construcción de diversos
establecimientos, edificios, almacenes y tinglados alineados en la
Cala de los Amigos (actualmente Friendly Cove). Además “adiestró
a su tropa en el cultivo de las hortalizas, él excavó pozos y formó
acueductos. Crió alguna cantidad de aves y hubiera sido capaz de
defender del hambre a toda la tripulación con sus continuos
arbitrios”. El oficial catalán llegó a ser un excelente
diplomático en la convivencia diaria. A los visitantes extranjeros
se les hacía la boca agua con sus productos de la huerta, sus bien
cuidadas aves de corral y sus frutos silvestres. Más significativa
fue su destreza en las relaciones con los indios de Nutka, habitantes
originales de la región, que estaban muy deterioradas desde la
llegada de los españoles. El anterior comandante había matado de un
disparo a un jefe principal de la tribu, y el nuevo jefe, Maquina, no
se relacionaba con los españoles. Alberni se dio cuenta del complejo
de inseguridad que Maquina padecía, ideó una estratagema para
reafirmar al jefe en su perdida confianza, un plan viejo como el
tiempo: utilizar el halago en grandes cantidades. Se trataba de
fomentar en Maquina el deseo de visitar a los españoles para
halagarle los oídos. Nuestro catalán compuso una pequeña canción
con las pocas palabras nutkesas que conocían en aquella época
utilizando una popular canción andaluza “El Mambrú”, celebrando
la grandeza y amistad que España profesaba a este jefe y a toda su
nación:
Maquina,
Maquina, Maquina
Es
un gran príncipe amigo nuestro
España,
España, España
Es
amiga de Maquina y de Nutka.
El
compositor Alberni enseñó esta canción a toda la tropa, quienes la
cantaron enseguida como canción de moda especialmente dirigida a
Maquina. El éxito fue inmediato. Maquina se llegó al campamento
español pidiendo que le enseñaran la canción. Se la aprendió tan
bien que dos años más tarde aún la cantaba según recogió el
naturalista José Mariano Moziño. La amistad que había renacido
perduró y dio sus frutos: los españoles eran obsequiados con
cantidad de peces que los indios pescaban.
Pero
donde más se distinguió Alberni fue en las actividades agrícolas,
muy apreciadas y meritorias. Hizo trabajar a sus soldados limpiando
matorrales, talando árboles, cavando zanjas, abriendo canales de
riego y arando la tierra. Para estos trabajos “utilizaba a los que
antes de tomar el fusil habían manejado la hazada”, “logró
cambiar ásperas breñas en manción agradable y útil al navegante.”
Alberni se propuso hacer la, más tarde conocida como, Columbia
Británica lo más parecida posible a Cataluña. Simultaneaba los
trabajos agrícolas con la cría de aves de corral, como pavos,
pollos, patos, etc. Su esfuerzo encontró un enemigo duro de roer:
las ratas, “a causa de que no obstante la diligencia con que se
perseguían, se habían extendido con más rapidez las ratas que
habían traído las embarcaciones”.
Motivado
por el deseo de organizar una base agrícola permanente para un
futuro establecimiento definitivo de los españoles en la zona,
Alberni llevó a cabo su experimento agrícola sistemáticamente;
sembró varios surcos de vegetal y un semillero a intervalos
semanales para determinar el tiempo más apropiado para la siembra,
teniendo en cuenta la corta duración de la estación con la que
tenía que enfrentarse. Tenemos muchas noticias de diversos viajeros,
como los oficiales de la expedición Malaspina en 1791: “los
rábanos alcanzan proporciones gigantescas tan grandes como el muslo
de un hombre y siempre muy tiernos; de las lechugas decimos que son
tres veces más grandes que en la Europa.” Sabemos que las
calabazas y los tomates eran muy pequeños y no maduraban bien. Los
garbanzos dan la mata verde pero no granan, lo mismo le ocurría al
trigo y al maíz. La que sí cuajó bien fue la cebada, al igual que
la patata. Todas las cosechas necesitaban grandes cuidados porque o
bien se pudrían por exceso de lluvias o por carencia de las mismas
se producían gusanos que malograban las plantas.
En
el terreno de la ganadería todo iba bien, los corrales para el
experimento porcino estaban emplazados en la isla de los Cerdos (Hog
Island), entre el establecimiento y la batería. “Como en invierno
se cubre de nieve el terreno, y en verano no se encuentran yervas al
propósito que poder guardar para aquella estación, no es dable
mantener ganado vacuno ni lanar, y sólo puede tenerse de cerda y
algún cabrío”.
Muchos
años después de la marcha de los españoles de Nutka, aun quedaban
evidencias del huerto tan cuidadosamente cultivado por Pedro Alberni
y sus hombres. John Jewitt, un marinero yanqui que estuvo varios años
prisionero del jefe Maquina, ha dejado un relato del experimento de
los españoles en el que se mencionan diversas plantas europeas que
habían conseguido propagarse como las cebollas, los guisantes y
otras; que les permitieron a él y a un correligionario sobrevivir
cuando los indios salían al mar a la caza de la ballena y los
dejaban a merced de las mujeres.
Alberni
había sido ascendido en Nutka y estaba tan bien considerado por sus
superiores que éstos pensaron en alguna clase de distinción
especial, gracias a las recomendaciones tanto de Bodega y Cuadra como
de Malaspina y del virrey de la Nueva España. En 1792 fue propuesto
como gobernador de California, la máxima autoridad tanto militar
como civil de la provincia. Aunque no consiguió el puesto, poco
después fue trasladado a California como comandante militar del
presidio de San Francisco. A la muerte del gobernador Borica, llegó
a ser comandante militar de la Alta California, con el grado de
coronel.
En
Monterrey, capital de California, el 11 de marzo de 1802, cuando le
faltaban cuatro meses para cumplir los 40 años de servicio en el
ejército, Alberni murió de hidropesía.
En
su honor, existe hoy en la costa oeste de la Columbia Británica,
Canadá, un gran canal llamado Canal Alberni, con su correspondiente
ciudad en el interior del canal, llamada Puerto Alberni.
Para saber más, como siempre la Wikipedia. Y en este caso, como en otros muchos sobre la historia de España, mejor la Wikipedia en inglés que la española
martes, 8 de enero de 2013
El sueño de California
De origen desconocido, supuestamente
portugués aunque algunos autores lo hacen nacer en la provincia de
Sevilla, Juan Rodríguez Cabrillo fue un veterano de la flota de
Pánfilo de Narváez y la conquista de México, se sabe que en el año
1542 fue comisionado para explorar la costa norte del Pacífico
siguiendo las rutas abiertas anteriormente por iniciativa de Hernán
Cortés. Ya se sabía que California no era una isla, sino una
península. Su misión consistió en encontrar un estrecho al norte
que uniera los océanos Pacífico y Atlántico, el famoso Paso del
Noroeste, y con él un nuevo camino hacia Europa desde América. Por
supuesto, debía tomar posesión de todas las tierras que encontrara
a su paso para la Corona.
Rodríguez Cabrillo partió del puerto
de Barra de Navidad, en Jalisco, en junio de 1542. En agosto, y tras
costear zonas desconocidas desde el cabo del Engaño, fue recalando
en la isla de San Agustín, para en septiembre avistar y explorar el
cabo de la Cruz, el puerto de la Ensenada, al que llamó San Mateo, y
el de San Miguel. Acababa de descubrir la bahía de San Diego, como
luego hizo con el puerto de Los Ángeles, al que llamó San Pedro, y
Santa Mónica. También dio nombre a las islas de San Salvador y La
Victoria. Ya en el mes de octubre el grupo tomó tierra en la bahía
de los Fuegos y continuó viaje topándose en el camino con numerosos
grupos indígenas, cuya descripción consta en unas relaciones de
aquel descubrimiento que se atribuye a Juan Páez. Después llegaron
al cabo de Galera, a la isla que llamaron de Posesión y al cabo de
San Martín.
Tras numerosas incursiones por tierra y navegación
costera, decidieron invernar en la isla de Posesión en la Alta
California, donde Rodriguez Cabrillo, que anteriormente había
resultado herido al caerse del caballo, murió. Era el 3 de enero de
1543.
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