«No
es cierto que el catalán estuviera prohibido durante el franquismo.
Lo que pasa es que no era oficial, se podía escribir en catalán y
se podía publicar en catalán, pero no era oficial».
Con estas declaraciones, vertidas al diario El Mundo el 21 de diciembre de 2009 durante el transcurso de una extensa entrevista, la escritora catalana Mercedes Salisachs ha sido una de las últimas en corroborar públicamente lo que ya sabíamos los impermeabilizados a la intoxicación informativa actual, quienes hemos vivido en aquel periodo o leído sobre él. Más recientemente, en la edición de El Periódico del 16 de julio de 2010, y a la pregunta de por qué se había ido a Madrid a estudiar Derecho, el barcelonés Eduard Punset ofrecía la siguiente clarificadora respuesta:
«Mi padre me mandó a Madrid porque yo apenas hablaba castellano. Él era muy liberal, y era muy sabio. Sabía que no podíamos prosperar sin saber bien castellano».
Economista, escritor y, en los últimos años, conocidísimo divulgador científico, Punset nació el 9 de noviembre de 1936. El periodo al que se está refiriendo, por tanto, aquél en el que creció y se educó, es el franquismo.
Ésta es una cuestión de capital importancia para los separatistas, que basan su peculiar concepto de nación en la existencia de una lengua autóctona. En manos de ellos, no es la lengua herramienta de comunicación, sino arma política y factor identitario. Un distintivo étnico. Son nación, principalmente, porque tienen una lengua diferente. Y en consecuencia, todos los territorios donde se habla catalán —o dicen ellos que es catalán lo que se habla— les pertenecen como parte de su soñado imperio de los Países Catalanes (Valencia, Baleares, la franja oriental de Aragón, etc.).
La ingeniería social nacionalista ha considerado siempre de vital importancia desplazar el español de la sociedad catalana para precipitar la fractura de España. El bulo de la prohibición lingüística supuestamente padecida durante el franquismo es agravio que ahonda en el victimismo inherente a este movimiento ideológico. Pero que, sobre todo, le resulta impagablemente útil para justificar la imposición del catalán con medidas coercitivas. Claras violaciones de los derechos civiles y las libertades individuales, como la inmersión lingüística o el multado de rótulos comerciales, nos son cínicamente presentadas por los secesionistas como intentos legítimos de corregir cuarenta años de desventaja histórica frente al español por una supuesta prohibición durante la dictadura.
En la edición del 30 de marzo de 1969 (en pleno franquismo) del diario barcelonés La Vanguardia, (en aquel entonces: La Vanguardia española) encontramos la noticia sobre una sentencia del Tribunal Supremo por la que se condenaba al periodista Nestor Luján, director del semanario Destino, a una pena de ocho meses de prisión y 10.000 pesetas de multa por haber publicado en la sección Cartas al director de su número 1.577, correspondiente al 28 de octubre de 1967, la misiva de un lector titulada «El catalán se acaba». La sentencia del Supremo, que confirmaba en apelación una anterior del Tribunal de Orden Público, consideró probado que en dicha carta «se vertían conceptos de tipo ofensivo para la lengua catalana, cuyo libre uso particular y social se respeta y garantiza».
Sin salir de la hemeroteca de ese periódico, en la página 7 de su edición del 9 de junio del 19 de junio de 1952, puede observarse el anuncio de una editorial, Biblioteca Selecta, que oferta una colección de libros en catalán (El vent de garbí, de Josep Pla, Coses vistes, Bodegó amb peixos, L’illa dels castanyers, Pa i raIm, Un senyor de Barcelona,y El carrer estret, éste último Premio Joanot Martorell del año anterior).
El 24 de junio de 1960, La Vanguardia comunicaba la convocatoria del premio Sant Jordi de novela, a cuyo importe de 150.000 pesetas podían optar todas aquellas obras «inéditas y originales, escritas en lengua catalana, de una extensión no inferior a 250 hojas holandesas (21×27), mecanografiadas a doble interlínea y escritas por una sola cara, con un margen de 3 centímetros».
Y es que, durante el anterior régimen, la producción literaria en catalán no sólo no estuvo perseguida, sino que fue fecunda.
Al respecto, el profesor italiano de la Universidad de Barcelona, Giuseppe Grilli, ha declarado: «La literatura catalana vivió su mejor momento durante el franquismo, la nueva hornada debería tomar ejemplo». («La leyenda negra del catalán…». ABC, 18-12-2008).
Otros hechos relevantes relacionados con la lengua son:
1942. Aparece el libro Rosa mística, de Mossén Camil Geis, editado en Sabadell e impreso por Joan Sallent en catalán.
1944. Desde ese año, se hace obligatorio por ley que las universidades con Filología románica incluyan la asignatura de Filología catalana. Un decreto sobre la ordenación de la facultad de Filosofía y Letras, firmado por Franco con fecha del 7 de julio, introduce tres horas semanales de Filología Catalana en la Universidad de Granada. Josep Vergés, fundador de Destino en 1939 junto con Ignacio Agustí y el poeta Joan Teixidor, establecen el 6 de enero de 1944 el premio Eugenio Nadal que daba a conocer a la joven Carmen Laforet y a su novela Nada. El galardón descubrió a narradores tan importantes como Miguel Delibes, Ana María Matute, Rafael Sánchez Ferlosio o Carmen Martín Gaite.
1945. Con apoyo y subvención del Gobierno, se celebra el centenario de Mossén Cinto Verdaguer.
1947. Se otorga el premio Joan Martorell para novela en catalán. Son premiados Celia Suñol, por su novela Primera Part, y El cel no és transparent, de María Aurelia de Campmany. Se crea el premio Ciudad de Barcelona.
1949. Para narraciones cortas se crea en la Casa del Libro el premio Víctor Català, así como los premios Aedos para biografías, Josep Ysart para ensayos y el Ossa Menor que ideó el gallego-catalán José Pedreira, que se cambió luego el nombre por el de Carles Riba a la muerte de éste, en su honor.
1951. Se otorga un premio a la poesía en catalán con la misma cuantía económica que a la española. Posteriormente el premio se amplia a otras actividades culturales, como teatro y bellas artes. José Mª Cruzet funda Ediciones Selecta para obras escritas en catalán. En colaboración con Aymà concede el Joanot Martorell al insigne veterano de la pluma Josep Pla por su creación El carrer estret.
1952. En la visita de Franco a Cataluña, en el mes de junio, se inaugura la cátedra Milà i Fontanals para el estudio científico de la lengua catalana.
1955. El poeta y escritor José Mª de Sagarra recibe la orden de Alfonso X el Sabio con ocasión de la publicación de su obra en catalán titulada Memories.
1956.
Nace el premio Lletra d’Or, sin recompensa económica y tiene como
galardón una F de oro, con la que se distingue al mejor libro del
año anterior escrito en catalán. El primero en recibirla fue
Salvador Espriu, por Final de Laberint.
1959. Los premios barceloneses Crítica se incorporan a la producción en catalán.
1959. Los premios barceloneses Crítica se incorporan a la producción en catalán.
1960. El Centro de Lecturas de Valls, inicia un curso de lengua y literatura catalana de carácter público. En Barcelona se crea el premio Sant Jordi para novela, dotado con 150.000 pesetas, cantidad análoga, intencionadamente, a la del Nadal. Con subvención del Gobierno se celebra el centenario del poeta Joan Maragall.
1965. El gran poeta y canónigo de la catedral tarraconense, don Miguel Melendres, edita su obraL’esposa de l’anyell, un poema en catalán de doce mil versos. Encuadernado en rica piel blanca, lo lleva el Arzobispo de Tarragona, doctor Arriba y Castro, al Papa Pablo VI, que recibe complacido esta singular muestra de la lengua catalana que le llega de España. El Ateneo Barcelonés monta un curso de Filología Catalana. A los Premios Nacionales de Literatura, se le añade el Verdaguer para producción en catalán.
1966. Barcelona rinde homenaje a su ilustre hijo Maragall, en el que intervienen Gregorio Marañón, Pere Roig, José María Pemán y Ruiz Jiménez. En los jardines que llevan el nombre del poeta, en Montjuic, se le eleva un busto. Radio Tarragona organiza a través de sus antenas unos cursos de catalán con profesores especializados.
1967. La Diputación de Lérida dota una cátedra de Lengua catalana. La Diputación de Barcelona acuerda dar cursos de catalán en todos los centros culturales dependientes de la corporación y fundar la cátedra de Lengua Catalana en la Facultad de Teología de San Cugat (Barcelona).
1968. Editorial Destino completa el Nadal con el nuevo premio Josep Plà, concedido a Onades sobre una roca deserta, de Terenci Moix. En la lista de quienes lograron este galardón figura lo más florido de la narrativa catalana: Baltasar Porcel, Teresa Pàmies, Cirici Pellicer, Marià Manén, Enric Jardí, Llorenç Villalonga, Jaume Miravilles o Jordi Sarsaneda. En Gerona se otorga por primera vez el premio Prudenci Bertrana. Edicions 62 comienza la publicación de la Gran Enciclopèdia Catalana por fascículos (adquiribles mediante suscripción).
1969. Nace el Premi d’Honor a les Lletres Catalanes, destinado a la consagración de escritores noveles.
En el panorama teatral también podemos comprobar cómo, por ejemplo, la sección de espectáculos de La Vanguardia del 3 de junio de 1944, anuncia la representación de tres obras en catalán en el Palacio de la Música: La nena donada al blau, El ram de primavera y La Filoseta.
O que los ejemplares del 15 de febrero de 1952 de dicho periódico daban cuenta del estreno, a las diez y media, deL’alcoba vermella (de José María de Sagarra) en el Romea. Mismo teatro que programaba en su sesión infantil de la tarde otra obra, también en catalán, El rei que no reia.
Precisamente para los niños, en 1956, la empresa barcelonesa Hispano Americana de Ediciones, S.A. lanza la colección de tebeos en catalán Història i Llegenda (‘Historia y Leyenda’). Adaptaban historias populares de carácter fantástico-histórico y ambientación medieval recogidas por el escritor Joan Amades en su libro Les cent millors llegendes populars (‘Las cien mejores leyendas populares’) Cada ejemplar estaba ilustrado en blanco y negro a lo largo de sus 10 páginas. El tirà de Burriac (‘El tirano de Burriac’), La porta daurada (‘La puerta dorada’) y L’espasa de virtut (‘La espada de virtud’) fueron, por orden de aparición, los 3 primeros de un total de 28, que empezaron vendiéndose en los kioscos al precio de 1 peseta.
En 1961 salió la revista quincenal en catalán Cavall Fort con el objetivo de estimular la lectura en el público de entre 9 y 15 años de edad. Junto a historietas, cuentos y tiras cómicas, en la publicación se daban cita grandes nombres de la literatura catalana, como Salvador Espriu, Maria Aurèlia Capmany, o Montserrat Roig. Su editorial, Edicions 62, es la misma que en 1968 comenzará la publicación de la Gran Enciclopèdia Catalana. En los años sesenta salen a la venta en catalán las historias del célebre personaje creado por Goscinny y Uderzo: Astèrix el gal (‘Astérix el galo’), La falç d’or (‘La hoz de oro’) y Astèrix i els gots (‘Asterix y los godos’) son los primeros títulos de la saga. Y es a mediados de esa década cuando el periodista y escritor Joaquim Ventalló se encarga de traducir los cómics de Tintín dibujados por el belga Hergé; Tintín al país dels sòviets (‘Tintín en el país de los soviets’) inauguró esta colección en catalán.
El sector musical vio nacer, durante la década de 1950, el fenómeno de la Nova Cançó(‘Nueva Canción’) con autores que graban una extensa discografía en catalán, como Lluís Llach, Quico Pi de la Serra, Guillermina Motta, Ovidi Montllor, La Trinca, Núria Feliu y Joan Manuel Serrat; Maria del Mar Bonet en mallorquín; y Raimon en valenciano. En septiembre de 1963, una todavía desconocida cantante que comenzaba, Salomé, ganó el 5º Festival de la Canción Mediterránea (como recoge la noticia de La Vanguardia, del 24 de septiembre de 1963), celebrado en Barcelona, con la melodía en catalán Se’n va anar(‘Se fue’), que compusieron dos autores provenientes de la Nova Cançó: Lleó Borrell y Josep Maria Andreu.
Poco tiempo después, en las navidades de 1964, el Ministerio de Información y Turismo promovió una macrocampaña propagandística para conmemorar los veinticinco años de paz en España desde el final de la Guerra Civil. Enormes carteles fueron instalados por toda la geografía nacional en español, catalán y vascuence.
Para concluir, en una de las tomas del NO-DO sobre la visita que Franco realizó a Cataluña en 1962, con motivo de las terribles inundaciones provocadas en la comarca del Vallés por el desbordamiento del río Ripoll, el 25 de septiembre, y que causaron un millar de muertos así como cuantiosos daños materiales, puede observarse una pancarta de bienvenida a Barcelona con el siguiente texto, en español y catalán: «Viva Cataluña. Visca Espanya».
Disclaimer (que en extranjero es mas chachi, quiero decir cool): Este artículo es un de tantos que he ido cogiendo de la Red. Por desgracia no tengo datos sobre el autor original. Desde mis primeros tiempos en Internet copiaba cosas para mi uso particular y pocas veces me quedaba con los datos de los autores iniciales.
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