viernes, 4 de octubre de 2019

Álvaro de Mendaña y las islas Salomón



El concepto de Terra Australis fue introducido por Aristóteles y por Eratóstenes de Cirene sobre la base teórica de la simetría geométrica, pues se consideraba que debería haber una cantidad de tierra en el hemisferio Sur similar a la que se conocía en el hemisferio Norte, para evitar que la Tierra “volcase”. Sus ideas fueron posteriormente extendidas entre los intelectuales por Ptolomeo, el más grande los cartógrafos de la Antigüedad, que en el siglo I realizó un mapa del mundo, en el que sostenía que el océano Índico estaba cerrado por una masa de tierra en el Sur.
                                                     Mapa de Ptolomeo, siglo I, donde se ve la Terra Australis que rodea el Océano Índico
Las exploraciones portuguesas, cada vez más al Sur, se convirtieron finalmente en el único medio para probar si esa antigua teoría era cierta, y no tardaron en confirmar que también allí había países fértiles, llenos de vida y habitados por seres humanos. En 1502 se dio a conocer un mapa “de Cantino” que mostraba el mundo “real” tal y como lo había dibujado los portugueses. Sin elementos ficticios
                                                                                                          Mapa de Cantino, 1502
Ni que decir tiene que se consideró rápidamente que tendrían que ver con narraciones de la Biblia, la legendaria Tierra de Ofir, donde se encontraban las “minas del Rey Salomón”.
En 1564, el rey Felipe II mandó al Perú a Lope García de Castro para que se hiciera cargo del gobierno. Llegó a Lima el 22 de septiembre, con los títulos de gobernador y capitán general del Virreinato, así como el de Presidente de la Real Audiencia de Lima. Era un hombre austero y responsable y, también, convencido de la existencia de dichas islas; no vaciló en aportar 10.000 pesos de su propia hacienda para llevar adelante una expedición, con dos objetivos principales: el primero hallar las islas del oro; el segundo, descubrir la Terra Australis Incognita, la Antictona de los antiguos.
Había que buscar a la persona idónea para que dirigiera la expedición, eso fue fácil: se eligió a Álvaro de Mendaña, un joven de 25 años sin experiencia comandando expediciones de ese nivel, pero a cambio contaba con una baza ganadora: era el sobrino del gobernador y, claro, en España, y en esa época, eran palabras mayores.

En 1567 la expedición se preparó meticulosamente en el puerto de El Callao, centro del comercio español en el Pacífico Sur. La flota estaba compuesta por la nao capitana Los Reyes de 200 toneladas, y la nao almiranta Todos los Santos, de 140 toneladas. Llevaban a bordo 160 hombres, el primero, Pedro Sarmiento de Gamboa, experto marino, reputado geógrafo, una autoridad en leyendas incas. Lo acompañaba Hernando Gallego, piloto jefe de la flota.
El 19 de noviembre de 1567, un día de verano austral, despejado y con buen viento, las dos naves tomaron la ruta de poniente y cruzaron lo que denominaron Golfo de la Concepción y Golfo de la Candelaria, el mar entre Perú y Tuvalu
Navegaron 26 días con brisas ligeras por el océano vacío y los marineros comenzaron a murmurar. Gallego convenció a Mendaña para poner rumbo norte buscando vientos más fuertes. Si hubieran mantenido el rumbo inicial, probablemente se hubieran encontrado con Nueva Zelanda o Australia.
Durante las semanas siguientes, a medida que disminuyeron el agua y los alimentos, aumentaron los choques entre Mendaña y Gallego. El 10 de enero de 1568, después de 60 días de tranquila travesía, alcanzaron una pequeña isla  a la que llamaron Nombre de Jesús (identificada hoy con Nui, en Tuvalu)
El 7 de febrero, a los ochenta días de su salida y a más de 6.000 millas de El Callao, avistaron de nuevo tierra: Santa Isabel de la Estrella de Belén (hoy Atoglu), fue la primera de las Salomón en la que se asentó una expedición española
 Resultado de imagen de islas salomon
Los primeros contactos de los españoles con los nativos fueron amistosos, se limitaron a realizar el tradicional intercambio de regalos. Lo sorprendente es que lograron encontrar oro en pepitas y en polvo, lo que animó a Mendaña a construir un bergantín de 30 toneladas para trazar las cartas náuticas de las islas de alrededor, y estudiar las aguas poco profundas, en la propia Santa Isabel y en las costas vecinas, mientras los soldados exploraban el interior.
Sarmiento de Gamboa y el maestre de campo Pedro Ortega se dividieron el trabajo. Ortega, con 30 arcabuceros penetró en la jungla durante 8 días, hasta alcanzar la cordillera central. Sarmiento de Gamboa que marchaba con 16 soldados lo tuvo más complicado, su idea era alcanzar la cima más alta para comprobar si Santa Isabel era con seguridad una isla. Para ello tuvo que abrirse paso en multitud de pequeños combates contra enjambres de enemigos que parecían salidos de la Edad de Piedra.
Mientras tanto, Mendaña llegó a rechazar tres mujeres que le ofrecieron, y descubrió que eran caníbales, ya que, según dicen las crónicas, el cacique Bile Banara, le envió, como manjar exquisito, un cuarto de niño, que Mendaña mandó enterrar decentemente. Los indígenas no entendieron este gesto y a punto estuvo de causar un enfrentamiento.
Una de las batidas, al volver, contó que había nuez moscada, clavo y especias en abundancia en la isla, todo de un enorme valor en Europa. Además de reconocer los indígenas que había abundancia de perlas y oro.
Cuando el bergantín estuvo listo, Gallego y Pedro Ortega , con 12 marineros y 18 soldados, costearon la totalidad de la isla de Santa Isabel. Descubrieron que se encontraban en un gran archipiélago. Hallaron una gran bahía con siete u ocho islas pequeñas y una mayor, la isla San Jorge. En ruta hacia el sur divisaron dos isletas y luego una gran isla (Malaita, en la actualidad) a la que bautizaron como Ramos, por descubrirse en su día. Enfilaron al sudoeste y encontraron una gran isla a la que llamaron Guadalcanal, el pueblo sevillano del que era natural Ortega
Los nativos se acercaron en sus canoas hasta el navío. La curiosidad dio paso al peligro, los nativos comenzaron a arrojar piedras. Alarmados y por experiencias anteriores abrieron fuego con sus arcabuces y mataron a varios de ellos, mientras que el resto huía despavorido y se alejaba de la playa.
Los españoles desembarcaron, y se encontraron con una isla llena de recursos. Los nativos, aunque peligrosos, no parecían ser un rival serio, pero el interior era montañoso y cubierto de densa selva, un terreno propicio para emboscadas. Difícil, si la única opción era combatir (como se comprobaría entre el 7 de agosto de 1942 y el 9 de febrero de 1943)
De regreso a Santa Isabel se detuvieron en San Jorge (hoy Varnesta). Luego navegaron hacia el Norte, isla tras isla y llegaron con seguridad a Nueva Georgia, a la que dieron el nombre de San Nicolás. Finalmente, localizaron una gran isla que bautizaron como San Marcos (hoy Choiseul). Unos días después anclaban en la bahía de la Estrella

Mendaña quedó impresionado por el relato de sus hombres, y decidió hacer una exploración en profundidad de Guadalcanal, con las dos naos y el bergantín. EL 8 de mayo de 1568 anclaron en el rio Gallego y el 9, a primera hora de la mañana, Mendaña hizo una ceremonia formal de toma de posesión de todo el archipiélago en nombre del Rey Felipe de España y levantó una gran cruz de madera en la playa. Los nativos se alarmaron y lanzaron una rociada de flechas, les respondieron los arcabuces y mataron a dos nativos. La noche la pasaron los españoles en los barcos. A la mañana siguiente comprobaron que los indígenas habían derribado la cruz; un grupo encabezado por los franciscanos Gálvez y Torres, se adentró en el interior para realizar una nueva ceremonia en un monte. Desde allí divisaron varios pueblos de notables dimensiones y, el día 19, en el interior, el alférez Fernando Enríquez localizó otra vez oro en un río que remontaba con 30 soldados.
El bergantín, bajo el mando de Gallego, seguía rumbo Sudeste cuando localizó un puerto con buenas características marineras al que llamó Escondido. Tras recorrer el resto de la isla, calcularon su tamaño, levantaron mapas y trazaron cartas de navegación.
 Imagen relacionada
Entre tanto la situación se complicaba con los nativos, En abril, un grupo de marineros que hacía aguada fueron atacados por los indígenas, deseosos de probar la carne de esa nueva raza. Eran solo 9 y fueron masacrados. La respuesta española fue dura, Sarmiento de Gamboa atacó las aldeas cercanas, sus soldados mataron a más de 20 hombres y quemaron los pueblos donde los indígenas habían puesto cocos hincados en palos como si fueran las cabezas de los españoles.
Cada vez era más arriesgado conseguir comida y agua. El 27 de mayo, otra partida de aguadores, 10 hombres, fue atacada de nuevo. Sólo se salvó un esclavo negro, pues los indígenas consideraron su carne desdeñable. A los españoles estar en un lugar habitado por miles de caníbales les ponía muy nerviosos. Tras reunirse un consejo abierto con pilotos, capitanes y soldados, decidieron que lo mejor era preparar las naves para iniciar el regreso al Perú.

Todavía antes de adentrarse en el océano, encontraron una isla y la llamaron San Cristóbal, bordeándola descubrieron dos pequeñas islas al este: Santa Catalina y Santa Ana en la que los indios los atacaron con dardos y flechas, a lo que los españoles respondieron con la quema del poblado.

El 4 de julio desarbolaron el bergantín, limpiaron los fondos y, el 11 de agosto zarparon todos en las dos naos con rumbo a las costas americanas. Llevaban con ellos 3 indígenas de San Cristóbal. En total, la expedición había estado en las Salomón medio año. Volvía cargada de clavo, nuez moscada y las pepitas de oro halladas en los ríos, para probar que las islas eran ricas y de interés.
La elección de la ruta de regreso se convirtió en un nuevo contencioso pues los pilotos erraron el rumbo. El 4 de septiembre toparon con las islas Gillbert y Ellice, y en última instancia, se aceptó el consejo de Gallego para poner proa al Norte y poder tomar los vientos del Oeste que les permitiría seguir la ruta de Urdaneta. Pero fueron demasiado al Norte  y el camino se volvió complicado. Además sufrieron una durísima tempestad que separó a las dos naves y les produjo cuantiosos daños en el casco y la arboladura. No tardó en escasear la comida y aparecieron los primeros casos de escorbuto. Hasta el 22 de enero de 1569, Los Reyes, la nao capitana, no llegó al puerto de Santiago de Colima en México. La almiranta lo hizo a Todos los Sanos, tres días después. Recuperados con buena comida y descanso, pusieron rumbo al Perú. El 22 de julio de 1569 ambas embocaban el puerto de El Callao.

Después de dos años de viaje, Mendaña había probado que existía la Tierra Austral pero recibió pocas alabanzas por que se percibía oficialmente como una expedición fracasada. Era injusto, a pesar de no haber encontrado un nuevo continente había ampliado el horizonte del mundo conocido hasta casi el Mar del Coral y confirmado que el Pacífico no era más que un “Lago español”.
Mendaña regresó a España para defender sin descanso sus descubrimientos y conseguir financiación para un nuevo viaje. No conseguiría su objetivo hasta casi 20 años después. Sarmiento de Gamboa regresó a Lima. Dirigió por orden del virrey la escuadra que partió en busca del pirata Drake. De regreso a Europa, en junio de 1586 fue capturado por los ingleses y presentado a la reina Isabel, quien lo envió a España con una carta de paz para Felipe II. Pero no pudo entregarla, regresaba a España por tierra, fue hecho prisionero por los hugonotes franceses, y encarcelado, cuando ya estaba próximo a la frontera española. No quedó en libertad hasta que el rey pagó un cuantioso rescate en diciembre de 1589.

No hay comentarios:

Publicar un comentario