sábado, 3 de abril de 2010

La última campaña de la Guerra de la Independencia de los EEUU

Los libros de historia citan como última batalla de la guerra de independencia de EEUU, la rendición de Lord Cornwallis en Yorktown en el mes de octubre de 1781. Sin embargo, siete meses después barcos de guerra españoles y del estado norteamericano de Carolina del Sur, al mando del comodoro Alexander Gillon, escoltaban a los infantes de marina y soldados españoles, a las órdenes del general Juan Manuel Cagigal, desde La Habana a Nassau (Bahamas), donde los británicos se rindieron el 8 de mayo de 1782.

Esta es su historia

Como sabemos por un artículo anterior, El primer viaje de Colón, el archipiélago de las Bahamas fue el lugar donde por primera vez los europeos pisaron tierra americana en Guanahaní. Durante la colonización española del Nuevo Mundo, las Bahamas jugaron un papel menor; pero en el siglo XVII la Gran Bretaña les concedió gran importancia. Convirtieron el puerto natural de Nueva Providencia en el centro británico en las islas. Después de sufrir pillaje por parte de los bucaneros, el gobernador construyó un fuerte en 1695 al que llamó Nassau en honor del Rey Guillermo III, príncipe de Orange-Nassau. Los británicos conservaron el archipiélago hasta el comienzo de la guerra de la independencia norteamericana, cuando John Paul Jones atacó y saqueó Nassau en 1776, una de las primeras operaciones de la historia naval de los EEUU, pero tuvo que retirarse y los británicos fortificaron el fuerte principal.

Al principio de la guerra la Corte de Madrid ayudó a los colonos insurrectos con dinero, armas y municiones que fueron enviadas desde la colonia española de Luisiana por los ríos Misisipi y Ohio, hasta fuerte Pitt (Pittsburgh). El rey Carlos III no era muy partidario de permitir que unos colonos se levantaran contra su metrópoli europea, pero era más partidario de golpear al rey inglés Jorge III. La guerra en apoyo de los EEUU se declaró en junio de 1779, al principio la mayor parte de los esfuerzos españoles se centraron en Europa con el intento de recuperar Gibraltar. Al fracasar éste, el teatro de operaciones pasó a las Américas. Los objetivos españoles eran: despejar de tropas británicas el norte de Nueva Orleans, en Luisiana tomar Mobile y Pensacola, expulsar al enemigo de las costas caribeñas de Centroamérica, afianzarse en Caracas, Cartagena de Indias y Portobelo y capturar Jamaica y las Bahamas.

El general Bernardo de Gálvez, gobernador de Luisiana, cumplió eficazmente sus cometido tomando los tres fuertes británicos cercanos a Nueva Orleans, dirigiéndose al golfo de Méjico, tomando el fuerte Carlota en Mobile en marzo de 1780, y después Pensacola en mayo de 1781. Los rebeldes americanos se lo agradecerían fundando una ciudad con su nombre, la actual Galveston; además de desfilar al lado de George Washington cuando se celebre la independencia.

Cinco meses después Lord Conrwallis se rendía en Yorktown a las fuerzas franco-americanas. Las negociaciones de paz comenzaron en Francia, aunque la guerra continuó a ambos lados del Atlántico. Los militares españoles cumplieron con éxito las órdenes del rey Carlos III, sólo dos objetivos de vital importancia quedaban pendientes: Jamaica y las Bahamas, que eran paraísos de piratas.

Bernardo de Gálvez planificó el ataque conjunto de Jamaica y Nassau durante las Navidades de 1781 en La Habana, él se reservó el mando del ataque a Jamaica y comandó a Cagigal para el asalto a Nassau. El ataque a Nassau, a 600 kms al noroeste de La Habana, exigía una flotilla de barcos de guerra y transportes, pero todos los barcos disponibles se reservaron para Jamaica. Cagigal aceptó el mando y se puso en contacto con el comodoro Alexander Gillon, quién comandaba una flotilla de ocho pequeños barcos de combate y doce de transporte que estaban reparando desperfectos en La Habana. Llegaron a un acuerdo de alquiler de los barcos americanos: diez pesos y cuatro reales por tonelada mensual hasta ocho días después de la conquista de las Bahamas e incluyendo una gratificación por la rendición de los ingleses. Gillon tenía un gran conocimiento de las aguas que bañaban las Bahamas, sobre todo, del canal noroccidental de Providencia, que ofrecía la posibilidad de un ataque por sorpresa.

Los británicos tenían informes sobre los preparativos de Bernardo de Gálvez para invadir Jamaica, así que pusieron su flota a patrullar la zona para interceptar cualquier posible avance. Se encontraron con la flotilla francesa del Conde de Grasse. El 12 de abril de 1782 se enfrentaron con la flotilla de George Rodney y fueron totalmente derrotados, en la isla de Guadalupe. Al tener la superioridad naval Rodney mandó su flota al oeste a defender las costas jamaicanas. Con la atención de Rodney enfocada en la protección de Jamaica, Cagigal pensó que había llegado el momento de atacar a las Bahamas.

Apenas diez días después, el 22 de abril, Cagigal partió de La Habana a bordo del South Caroline, el buque insignia de Gillon, con otros ochos barcos de guerra y cincuenta y siete barcos de transporte españoles y norteamericanos, con destino a Nassau. La fuerza invasora la componían 2.500 infantes de marina y soldados.

El avance hacia el este de Cuba fue lento, los vientos eran contrarios; hasta el 3 de mayo no entraron en el canal noroccidental de Providencia a menos de 200 kms de Nassau. Avistaron una embarcación británica, que fue atacada para que no pudiera dar la alarma sobre la inminente invasión. El capitán capturado informó que habían llegado de Charleston refuerzos de artillería y tropas.

El día 6 de mayo anclaron a la vista de Nassau, esa tarde Cagigal mandó a su ayudante de campo, el teniente coronel Francisco Miranda, quién se haría famoso en la independencia de Venezuela, para que conferenciara con el gobernador británico el vicealmirante John Maxwell, dándole un plazo de 12 horas para capitular. El gobernador recibió a Miranda amigablemente, respondió con una breve nota en la que agradecía el periodo de gracia concedido para decidirse. Al volver a bordo, el marino norteamericano insistió en la urgencia del ataque pues si llegaba una escuadra británica desde Charleston podía abortar la expedición.

Y ahora.....lo siento. No hay nada de sangre, ni combates, ni heroísmo. Teniendo en cuenta su posición poco esperanzadora, Maxwell decidió rendirse. Cagigal, por parte española firmó las capitulaciones de las Bahamas, coincidiendo con el aniversario de la toma de Pensacola. En la historiografía inglesa esta rendición no aparece en prácticamente ninguna historia de la independencia de las trece colonias; si la rendición hubiese sido de los españoles podemos imaginar cómo la lanzarían a los cuatro vientos los ingleses.

De los doce puntos de las capitulaciones, el artículo I especificaba que las tropas británicas saldrían con destino a cualquier puerto británico, excepto Jamaica, con todos los honores militares y portando sus armas personales, pero con la condición específica de que estos soldados no podrían servir ni en contra de España, ni en contra de sus aliados hasta no realizarse el canje de prisioneros españoles. En el punto IX constaba el deseo de Maxwell de que España se hiciese cargo de todos los enfermos británicos y su traslado a Charleston, cuando se recuperasen.

Fueron capturados 519 cañones de bronce e hierro, 11 barcos corsarios y se liberaron 137 barcos norteamericanos, 14 españoles y 24 franceses. Cagigal comunicó orgullosamente al gobernador interino de Cuba la victoria sin pérdida de barcos ni de hombres, gracias a la sorpresa del ataque desde el canal noroccidental. Exceptuando un pequeño retén para la protección de las Bahamas, Cagigal preparó el retorno a La Habana con el resto de sus fuerzas.

Dos años después dio fin la historia de esta expedición. En mayo de 1784 el Congreso de los EEUU aprobó una resolución de la delegación de Carolina del Sur, en la que solicitaba una compensación a España por los servicios prestados por su marina durante la conquista de Nassau. Cinco meses después el ministro de Estado. Conde de Floridablanca, encargó al minisro de Indias José de Galvez, tío de Bernardo de Galvez que realizase la comprobación pertinente, para pagar a los americanos lo prometido en el contrato de alquiler de los navíos de Carolina del Sur. Al conocer este asunto Carlos III y sabiendo que George Washington se encontraba temporalmente retirado en su residencia de Mount Vernon, quiso regalar algo apropiado a este gentleman farmer. Conociendo la importancia de los burros españoles en las haciendas del sur de los EEUU, el monarca pensó que dos burros zamoranos sería el regalo idóneo....pero esta es otra historia.

Esta es la verdadera historia de la última campaña de la guerra de la independencia de los Estados Unidos de América. Y la importante parte que jugaron los soldados y marinos españoles.


Tomado de Eric Beerman, Revista de Historia Naval, 1984

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