Los excesos revolucionarios y las luchas por la hegemonía interna que llevaron al patíbulo a Luis XVI, enfrentaron a Francia con las monarquías europeas, que vieron en la revolución un enemigo y en la promesa del Consistorio de ayudar a todos los pueblos que quisieran “librarse de sus tiranos”, una declaración de guerra.
España, que no podía permanecer neutral, declara la guerra a la Francia revolucionaria, y firma con Inglaterra una alianza de defensa mutua. Se prohíbe el comercio con Francia y sus territorios, el trato y negociación con los franceses y la entrada en todos sus dominios de bajeles y mercancías del país vecino.
España e Inglaterra son aliados circunstanciales y, por tanto, de poco fiar. Esta alianza, lejos de mejorar las relaciones entre ambos países, enemigos tradicionales desde fines del s. XVI, vino a consolidar las diferencias que se habían cultivado y ejercido durante más de dos siglos. Ambas potencias se profesan, no siempre con la debida diplomacia y galantería, mutuos recelos en sus relaciones, que se ven frecuentemente perturbadas por acuerdos incumplidos, lo que no es óbice para que de vez en cuando realicen operaciones navales conjuntas, como la ocupación del puerto y la ciudad de Tolón.
La coalición anglo-español, que nunca se destacó como modelo de lealtad a los deberes pactados, que sólo se mantenía por intereses muy poderosos, se debilitaba con rapidez.
Las circunstancias habían cambiado mucha para España. Tropas republicanas francesas habían penetrado en territorio español, ocupaban Bilbao y Vitoria, obligando a España a firmar con Francia la Paz de Basilea el 22 de julio de 1795, por la que se recuperaban los territorios conquistados a cambio de algunos privilegios comerciales y concesiones territoriales en América (la parte española de la isla de Santo Domingo). Por este tratado Godoy recibiría el título de “Príncipe de la Paz”.
Poco después, el 18 de agosto de 1796, se firmaba el Tratado de San Ildefonso, por el que se acordaba a perpetuidad una alianza ofensiva y defensiva entre S. M. Católica el Rey de España, y la República Francesa. Carlos IV justificó la alianza con Francia en la insolente conducta mantenida por Inglaterra hacia sus escuadras, posesiones y territorios (en las frecuentes y fingidas arribadas de buques ingleses a las costas del Perú y Chile para hacer contrabando y reconocer aquellos terrenos con la idea de ocuparlos; en las detenciones de buques españoles cargados de propiedades españolas, conducidos a puertos de Inglaterra bajo los más frívolos pretextos; etc)
Como consecuencia de ella, el 16 de febrero del año siguiente, la escuadra inglesa (17 navíos), mandada por el almirante Jervis, y la española (27 navíos), mandada por el general Córdova, se batían frente al cabo de San Vicente.
La armada española estaba rematadamente mal comandada, por lo que sólo lucharon 7 navíos españoles contra 15 ingleses. Fueron hundidos cuatro navíos de línea españoles y otros 4 bajeles fueron apresados, el resto huyó a Algeciras y a Cádiz. Cuando el grueso de la flota que no había luchado entró en Cádiz tuvieron que hacer frente a la rechifla y las chirigotas de los gaditanos. El almirante español Córdova, tuvo que enfrentar un Consejo de Guerra y fue destituido de su mando. Si hubiera mostrado mas decisión y hubiera atacado a los navíos británicos,varios de ellos destrozados y a remolque como el Captain de Nelson,hubiera podido evitar que se llevaran 4 presas y quizás hasta habrían apresado alguno dado que los ingleses estaban dañados y casi sin municiones mientras que en la escuadra española, salvo los siete barcos que combatieron,el resto estaban intactos.
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