Una
mañana de diciembre de 1957, con mar llana y expectante inquietud,
varios prismáticos contemplaban desde el Canarias lo que
acaecía en la ciudad marroquí de Agadir, mientras nuestros barcos,
con los cañones apuntados y cargados, desfilaban frente a ella.
La
situación en nuestro territorio de Ifni a primeros de diciembre de
dicho año no era tranquilizadora. Las bandas del llamado Ejército
de Liberación lo habían invadido la noche del 23 de noviembre y
aunque no habían conseguido su objetivo, que era la toma de Sidi
Ifni, se luchaba para liberar los puestos que habían quedado
cercados en el interior. Si se producía un levantamiento general de
la población indígena de nuestro enclave, muy trabajada por la
propaganda del Istiqlal, la situación de nuestras tropas podía ser
desesperada. Además, nuestro servicio de información evaluaba como
probable un nuevo ataque desde Añadir en dirección sur y otro desde
el río Draa, en dirección norte. Además, tanto en Egliemin como en
Tantan se habían detectado concentraciones importantes de
“incontrolados”, sin que fuesen contenidos por parte del gobierno
marroquí.
Para
hacer frente a esta situación, la aviación recibió orden de
bombardear Tantan (fue cancelada poco después). Unas cuantas bombas
lanzadas en una posición perdida en el desierto no podían ser
resolutivas, y por ello el Gobierno decidió recurrir a la Armada,
para advertir a Mohamed V que no podía continuar aplicando su
equívoca política de apoyo encubierto, y a veces descarado, a
quienes habían invadido el Sahara y atacado Ifni, territorio de
plena soberanía española, después de haber abandonado las Fuerzas
Reales Marroquíes la custodia de los pasos fronterizos. Se cursó la
orden de una demostración naval en Agadir en la mañana del 6 de
diciembre de 1957.
El
mensaje cifrado decía: “Disponga V. E. que Mendez Nuñez, Canarias, J.L. Díez, Gravina, Escaño y A. Miranda, al mando del contralmirante jefe de la 3ª División de
la Flota, hagan lo antes posible demostración naval sobre Agadir,
donde a corta distancia de la costa permanecerán hasta nueva orden
con artillería cubierta, apuntando tierra para hacer fuego recibida
orden expresa ministro de Marina. Sidi-Ifni será punto concentración
amanecida sábado siete”.
El
Canarias se hallaba en Santa Cruz de Tenerife, adonde había
llegado el pasado 30 de noviembre desembarcando tropas de refuerzo
enviadas de la Península.
- Inciso personal: Entre ellos se encontraba mi padre, Vicente García Camacho, un cabo de infantería que se había presentado voluntario para incorporarse a los Regulares pues la vida en la Península “le aburría”; cumpliría 19 años a mediados de diciembre en pleno desierto escuchando las historias de las tropas indígenas bajo su mando. Hombres que veinte años antes habían estado haciendo la guerra a las órdenes de Franco. Pasó muchas noches sin poder dormir después de oír las atrocidades que los moros consideraban normales en tiempo de guerra contra los infieles.
Se
recibió otro mensaje de Madrid, se fijaba para las 10.00 del 7 el
inicio de la demostración y se concretaba que se harían dos pasadas
frente a Agadir. Al estar las naves en distintos fondeaderos se fijó
como un punto de reunión a 15 millas al 200º de Agadir. Hasta las
09.15 no estuvieron todos los buques avistados por el Mendez
Nuñez donde ondeaba la enseña del Contralmirante Meléndez. Se
ordenó línea de fila en el siguiente orden: Méndez, Canarias,
Díez, Gravina, Escaño y Miranda. La formación quedó establecida a
10.20, aproándose acto seguido a Agadir.
A
las 11.03 se inició la primera pasada hacia el norte a 8 nudos, en
paralelo a la costa, en zafarrancho de combate y con los cañones
apuntando a tierra por estribor. A 11.35 se invirtió el rumbo por el
contramarcha, pasando a 0,4 millas de la punta de poniente del puerto
de Agadir con los cañones apuntando a la ciudad por la banda de
babor. A las 12.28 se tocó retirada y a las 17.37 se dislocó la
fuerza, dirigiéndose cada navío a su puerto de atraque.
Como
no se le fijó la distancia a que tenía que pasar de Agadir el
almirante Meléndez, motu proprio, decidió acercarse a 700 metros de
la luz de la punta del muelle de poniente del puerto de Agadir.
Durante la demostración se avistaron varios aviones que, de ser
hostiles, hubieran supuesto un riesgo para la formación naval y
comprometido el cumplimiento de la misión. Se reconocieron el hotel
Gautier y el edificio SATAS , que entonces eran los más
conspicuos de Agadir, así como la refinería con sus depósitos de
combustible hacia los que apuntaron amenazadoramente las torres del
Canarias. El autor de estas líneas, testigo presencial de esta
demostración desde el puente de Estado Mayor del crucero Canarias,
donde estaba destinado como jefe de comunicaciones, recuerda como en
diversos puntos de la ciudad empezaron a izarse banderas. Eran los
pabellones nacionales de diferentes países: mostrados por quienes
pretendían poner de manifiesto la presunta propiedad no marroquí de
determinados edificios.
Según
se supo a posteriori, en un cable-radio sorprendido se decía que las
autoridades de Agadir informaron a Rabat que una formación naval de
unos diecisiete buques cargados de hombres y material se
encontraban frente a Agadir pareciendo señalar un intento de
desembarco. Las fuerzas armadas reales fueron enviadas para
impedirlo.
Excepto
el Canarias, que todavía permanecería en activo diecisiete años,
éste fue el último servicio que prestaron unos magníficos barcos,
ya desahuciados por su vejez y poco valor militar, que durante una
treintena de años habían figurado en la Lista Oficial de Buques de
la Armada en tiempos tan agitados como los de la guerra civil,
segunda guerra mundial y los difíciles años que la siguieron.
El Canarias camino del desguace en 1977
La
demostración naval de Agadir ha sido calificada como la operación
de presión más resolutiva de nuestra historia militar
contemporánea, en un ambiente de crisis al borde de una progresiva
escalada que conducía, sin desearlo, a un enfrentamiento directo con
Marruecos. Nadie podía imaginar que estos vetustos barcos, próximos
a convertirse en chatarra, pudieran, con su presencia y amenaza de
empleo de la fuerza, prestar tan gran servicio, evitando a España
verse en el dilema de soportar una vejatoria humillación o
enfrentarse con un país “amigo y vecino” en un conflicto que
hubiera tenido mala prensa en la opinión internacional.
Verdaderamente fue un bello espectáculo. Al menos para los que como yo estábamos en el Canarias destinados por ser alumnos de Nautica. En ese momento nos sentimos importantes, a pesar de las criticas desfavorables que tenia la guerra.
ResponderEliminar