viernes, 9 de octubre de 2020

Un portugués, ¡uno de tantos! al servicio de la Monarquía Hispánica

Pedro Fernández de Quirós

Évora (Portugal) 1565 – Panamá 1615

A pesar de haber nacido portugués, Fernández de Quirós merece un lugar destacado entre los navegantes españoles. No sólo fue el piloto del segundo viaje de Mendaña, sino que empleó todo su talento náutico en librar a Isabel Barreto y a unas decenas de supervivientes de lo que podía haber sido una tragedia como la de La balsa de la Medusa.

Luego, en lugar de buscar horizontes más tranquilos, puso todo su empeño en conseguir de la Corona española un nuevo viaje por el Pacífico, consiguiéndolo en 1605, como Almirante en jefe.

Tenía la arraigada convicción de la existencia de una Tierra Austral, y no lejos de la zona de Santa Cruz, donde habían ido a parar en el segundo viaje de Mendaña.

La Tierra Austral, lejos de ser una quimera, suponía la cuarta parte del mundo, o como decía Quirós con florido estilo, un lugar de una longitud “igual que la de Europa y Asia Menor hasta el Mar Caspio y Persia, con todas las islas del Mediterráneo y el del océano que la rodean, incluyendo las dos islas de Inglaterra e Irlanda”.

 


Este viaje estuvo plagado de logros geográfico, auqnue partes del mismo permanezcan envueltas en dudas. Tal vez este experimentado navegante pasara por la isla de Tahiti. Es seguro, en cambio, que atravesó las Tuamotu, bordeó las Cook, desembarcó en Tikopia y, por fin, llegó a las islas que hoy conforman Vanautu y que él bautizó como Austrialia del Espíritu Santo; aquí evocaba tanto a la Casa de Austria (gobernante en España y Portugal) como a la Tierra Austral.

Pedro Fernández de Quirós no andaba falto de imaginación ni de informaciones australes, y era un marino ducho en los caminos del mar como pocos en su tiempo. El problema era conocer la latitud, aunque no la longitud, lo que hacía casi imposible volver a un sitio determinado, trazar un plan y conseguir un adecuado abastecimiento. Se zarpaba, pero no se sabía adónde se iba a llegar, ni cuando, palabras mayores en el Pacífico.

Quirós, siempre práctico, creó un aparato para destilar agua salada. En la isla que bautizó como Espíritu Santo (hoy Vanautu) intentó fundar una colonia. Estableció una capital, Nueva Jerusalén, junto a un pequeño río, Jordán. Todo al lado de la bahía de San Felipe y Santiago, uno de los mejores abrigos de todo el Pacífico Sur. Pero los enfrentamientos contra los indígenas, y entre los españoles (en especial con el piloto Váez de Torres, ninguneado por Quirós) condujeron al desastre.

Este intrépido navegante decidió volver a América, y nada más salir perdió a Váez de Torres. Este, otro portugués, decidió volver por un camino diferente, navegando hacia el oeste por rutas desconocidas. Fue todo un éxito para él, descubrió el estrecho entre Papúa-Nueva Guinea y Australia que a día de hoy todavía lleva su nombre, el estrecho de Torres; además de, posiblemente, algunas islas y fondeaderos en tierra firme de la isla-continente.

Quirós buscó una nueva ruta para ir a México, tal vez más septentrional. El viaje se complicó por las tempestades y sobre todo por el desconocimiento de la longitud. Con todo, Quirós logró finalizar en Colima (México) un accidentado periplo de nueve meses. No acabarón ahí sus peripecias: “…..llegué a Cádiz y para pasar a Sanlúcar vendí la cama… Llegué sin blanca a Madrid a 9 de octubre de 1607”.

Quirós no se dió por vencido, quería volver a la Tierra Austral, a su Austrialia, convencido más que nunca de su existencia. Escribió hasta 54 memoriales al Rey solicitando lo que creía justo para él y para España. Sin embargo, un informe del Consejo de Estado elevado al rey de España el 25 de septiembre de 1608 lo mantuvo en tierra: “Nuestra opinión es que a este hombre tan experto debe retenérsele aquí en calidad de cosmógrafo, para que preste sus servicios en la confección de cartas marinas y globos…”

Quirós no cejó en su empeño, y consiguió volver a América pasados ocho largos años. Viejo y agotado, murió en Panamá en el año 1615. No sabemos el cómo.


Para saber más: Las islas del rey Salomón. En busca de la tierra austral. Luis Pancorbo. Laertes. Barcelona. 2006

Tomado de Atlas de los exploradores españoles. Sociedad Geográfica española. Ed. Planeta. 2009


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario