Mayo 1498 – Noviembre 1500
Pese a una perceptible decepción general, los Reyes Católicos recibieron muy cordialmente a Colón y dejaron que las quejas contra él se desvaneciesen en la cachaza del papeleo. Las cosas de Palacio van despacio no es una frase de nuestros días.
Sus dos hijos fueron nombrados pajes de doña Isabel, se confirmaron los privilegios del descubridor y en abril de 1497 se le autorizó para instituir el mayorazgo solicitado. La boda de los infantes y el recelo de la burocracia impusieron una dilación en los preparativos de una nueva campaña, en la primavera de 1498 estaban las naves aparejadas para partir.
La flota se componía de 6 naves, más dos que ya habían salido para la Española con anterioridad. Las naves se reunieron en Sevilla, bajaron el Guadalquivir y el 30 de mayo de 1498 dio el almirante la orden de levar anclas. La derrota atlántica fue otra vez más meridional que las anteriores. Sin contar la marinería habían embarcado unas 600 personas, entre ellas varias docenas de mujeres dispuestas a casarse con algún expedicionario y a obsequiar al Nuevo Mundo con los primeros criollos.
Tocaron primero en el puerto madeirense de Funchal, para tocar luego en la Gomera e Hierro, desde donde Colón despachó directamente para la Española a tres de sus naves, mientras él, con las otras tres ponía proa al archipiélago de Cabo Verde. De aquí partió el 4 de julio y bajó hasta el 5º de latitud Norte, pero no pudo acercarse más a la línea ecuatorial, que era su deseo, acaso para dar con el Quersoneso Áureo (Malaca).
El 31 de julio la corriente ecuatorial les colocaba ante la isla antillana de Trinidad, frente a las bocas del aún desconocido Orinoco; y el 2 de agosto entraban en el golfo de Paria a través de la boca de la Serpiente, después de advertir el hilo de agua dulce del Orinoco; y tocando por primera vez tierra firme en Sudamérica; llamaron isla de Gracia a la actual península de Paria.
El 13 de agosto navegó Colón a lo largo de la costa venezolana hasta la península de Cumaná, desde donde avistó las islas Margarita, Coche y Cubagua, que se revelaron como fuente de ostras perlíferas. El almirante creía estar en las inmediaciones del mismísimo Edén, pero su precaria salud le hizo aproar hacia la Española para recuperarse.
La situación en la Española era todo lo contrario de paradisíaca. Francisco Roldán, alcalde mayor de Santo Domingo (la segunda ciudad fundada en aquella isla), se había alzado contra el gobernador Bartolomé Colón. El almirante, deseoso de conseguir la paz, ofreció a los rebeldes el retorno a España y hasta el repartimiento de tierras e indios. Una nueva sublevación fue la causa de que don Cristóbal impusiera a los insurrectos graves castigos, incluidas varias penas de muerte. El virrey pidió el envió de un juez y propuso el tráfico de esclavos indios, lo que repugnó a doña Isabel cuando lo supo.
El 21 de mayo de 1499, el comendador de Calatrava don Francisco de Bobadilla recibió nombramiento de juez pesquisidor y gobernador de la Española, pero no llegó a Santo Domingo hasta agosto del año 1500. Su manifiesta hostilidad hacia el almirante llegó al extremo de prender y encadenar a los hermanos Cristobal, Bartolomé y Diego Colón, al tiempo que exoneraba de responsabilidades a los insurrectos. Los Colón fueron embarcados rumbo a España, y cuando llegaron a Cádiz (noviembre de 1500), los reyes ordenaron su libertad y le hicieron ir a Granada, donde le recibieron con la acostumbrada cordialidad, dispusieron la restitución de sus bienes, pero guardaron silencio en cuanto al restablecimiento de sus cargos y privilegios.
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