Cuando parecía que Madrid estaba a punto de caer en manos facciosas el Gobierno republicano decidió trasladarse a Valencia, una ciudad más segura. Se organizó también el traslado de reconocidos intelectuales, entre los que se contaban Antonio Machado y Moreno Vila.
Después de un duro día de viaje, por culpa de los controles de carretera realizados por todas y cada una de las organizaciones obreras, a las que no les convencían aquellos republicanos de chaqueta, corbata y sombrero, llegaron al pueblo de Tarancón donde fueron alojados en una casa grande, con algunos lujos impensable en el Madrid sitiado.
Antonio Machado y su esposa se disponían a dormir cuando se les ocurrió preguntar de quién era la casa que ocupaban. Un miliciano les respondió: “Es del cacique del pueblo, pero no se preocupe camarada, le dimos el paseo antier a toda la familia”.
Machado, por delicadeza, no deshizo aquella cama, y pasó esa noche durmiendo sobre la alfombra.
Moreno Villa por su parte, al preguntar por la familia recibió la escalofriante declaración: “Les matemos ayer”. Esto le hizo recordar una conversación que tuvo en Madrid en la Residencia de Estudiantes: “(...) Todas las noches oíamos descargas de fusilamientos en las cercanías, y cuando nos levantábamos oíamos contar a las criadas, que nos miraban como a burgueses dignos de ser arrastrados, cómo eran las víctimas de los famosos “paseos”. “El de hoy era un señorito fascista, tenía zapatos de charol y estaba envuelto en una bandera monárquica. El de ayer era un pobre de alpargatas.” Se fijaban mucho en el calzado y en las manos.
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