En 1519 Hernán Cortés había dejado de acatar las órdenes del gobernador de Cuba Diego Velázquez y actuaba por su cuenta. Velázquez decidió entonces enviar una expedición de castigo contra el general y eligió para ello a uno de sus más fieles colaboradores, Pánfilo de Narváez, que había participado en la conquista de Jamaica y con gran mérito en la de Cuba. Con diecinueve naves y más de mil hombres se dirigió hacia México, pero Hernán Cortéz puesto sobre aviso, lo enfrentó, lo capturó y lo tuvo preso dos años en Veracruz.
Al ser puesto en libertad, primero se dirigió a Cuba y más tarde siguió hasta España para quejarse ante el Emperador Carlos V del comportamiento de Cortés y, de paso, obtener una capitulación para la Florida. Designado como adelantado de aquel territorio organizó una expedición de cinco naves y seiscientos hombres que partió de Sanlúcar en 1527 y no llegó a su destino hasta un año después, debido a que una tormenta huracanada produjo serios daños a algunas embarcaciones. Al poco de tomar tierra, Narváez y sus trescientos compañeros fueron hostigados por los indígenas, pero lograron llegar a los montes Apalaches.
De vuelta al fondeadero donde había dejado los barcos, se encontraron con questos habían desaparecido y, dada la delicada situación de una tierra en la que no había oro pero sí nativos dispuestos a continuar una guerra cruel, Narváez decidió regresar a Cuba; para ello construyó unas rudimentarias barcas con las pieles de los caballos. Nuevamente los vientos enfurecidos los arrojaron hacia la costa. Pánfilo de Narváez murió tragado por las aguas en el año de 1528. Sólo sobrevivieron cuatro hombres, uno de ellos fue el primer negro en América del Norte, Estebanico; otro, también muy conocido, fue Alvar Nuñez Cabeza de Vaca.
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