Tanto sus orígenes como su muerte son poco conocidos y origen de especulaciones, además parte de la información que se tiene de su origen y muerte provienen de lo que se le atribuye como un diario autobiográfico. La versión más extendida es la que le tiene como nacido en Bayona, Francia de padre de esta nacionalidad y madre española, judía sefardí, cuya familia llegase a Francia huyendo de la Inquisición (cosa que podemos dar como falso, casi con toda certeza, pues la Inquisición a fines del s. XVIII ya no era lo que había sido un par de siglos antes). Criado en un hogar judío kosher, Lafitte contraería después matrimonio con Christiana Levine, de una familia judía danesa. El posible origen español se sustenta en el nombre que dió a su isla “Reino de Barataria”
A pesar de su nombre, un tanto afeminado, Jean Lafitte era un honesto y buen rey de los piratas. Lideraba una isla pirata que compró en 1803 en Luisiana, capturaban barcos y contrabandeaban mercancías robadas hacia Nueva Orleans. Tenía tanto éxito que cuando el gobernador de Luisiana ofreció una recompensa de 300 dólares por su captura (que era la mitad de todo lo que producía Luisiana en un año) Lafitte respondió ofreciendo una recompensa de 1.000 dólares por la captura del gobernador.
Los periódicos y las autoridades pintaban a Lafitte como una diabólica mente criminal y un asesino en masa. Vamos como Osama en los EEUU de hoy día. Aparentemente su reputación se extendió por todo el Atlántico, ya que en 1814, Lafitte fue "tentado" por los ingleses, que le hicieron llegar una carta firmada por el propio rey Jorge III, prometiendole la ciudadanía y propiedades si pasaba al servicio de la Corona inglesa. Estos ingleses tan humanitarios y democráticos cómo sólo ellos saben serlo.
Como los ingleses son así, en la misma misiva se le hacía saber que si se negaba a "colaborar" la Armada Real destruiría su isla hasta los cimientos. Lafitte respondió que necesitaría unos pocos días para pensar en la oferta...... y se largó a toda vela hasta Nueva Orleans y "avisó a los americanos que ¡Vienen los ingleses!". A pesar de que él no era americano, miraba al nuevo país con admiración y había ordenado a toda su flota que nunca atacaran a un barco americano. La única vez que uno de sus piratas desobedeció esta orden, Lafitte mató al capitán con sus propias manos.
Lafitte era reconocido entre los marineros mercantes por tratar bien a las tripulaciones capturadas y, a veces, devolvía los barcos que no eran lo suficientemente buenos para dedicarse a la piratería. Además, era todo un héroe entre los ciudadanos de Nueva Orleans, ya que este era el centro habitual de venta de todas las mercancías que robaba. Lo que permitía a las buenas gentes de Nueva Orleans disponer de mercancías que de otra forma nunca llegarían a sus manos.
Pero los americanos, al fin y al cabo de sangre inglesa en su mayoría, agradecieron el aviso de Lafitte, encerrando a toda la tripulación en la cárcel. Después los barcos americanos se dirigieron a la isla de Lafitte, los piratas cuando los vieron se las prometían felices y los recibieron con los brazos abiertos. Gran error, fueron capturados por sorpresa y encerrados en diversas prisiones militares. No fue hasta días después que un tal Andrew Jackson, futuro presidente de los EEUU, pusiera el dedo en la llaga: Nueva Orleans no estaba preparada para resistir el ataque de la Armada Real inglesa. Por fin, las autoridades entraron en razón, soltaron a todos los hombres de Lafitte con la condición de que lucharan contra los ingleses. Los barcos de Lafitte eran superiores a los de la Armada de los EEUU, aportando unos 1.000 hombres a las fuerzas locales de defensa.
Lo que resultó ser de gran ayuda para la joven nación, los piratas de Lafitte y los barcos de EEUU pudieron rechazar a los británicos a las puertas de Nueva Orleans. Si estos hubiesen conseguido apoderarse de esta estratégica ciudad en el golfo de México habrían podido entrar en el corazón de la nueva nación con todas sus fuerzas.
Por desgracia para Lafitte, no le fueron devueltos ni sus barcos ni su isla de Barataria. Tampoco llegó el perdón presidencial ni para él ni para sus hombres. A pesar de diversos intentos de su hermano y de él mismo ante el presidente Madison.
Sabemos que se dedicó a cartografiar las tierras más allá de Luisiana, la actual Arkansas; estuvo varios años en Galveston, glorioso nombre para el ejército español. Más tarde, su rastro se pierde. Se sabe con certeza que está enterrado en Zilam de Bravo, al norte de la península del Yucatán, pero no se sabe cuando murió, la leyenda dice que alrededor de 1825.
Es curioso pensar en como los EEUU deben su existencia, tal y como la conocemos hoy día, a un pirata y "terrorista" de nombre afeminado.
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