Seguro que recordaís una entrada anterior: Una de piratas, de mayo pasado, en la que vimos que conseguir un botín de oro y piedras preciosas era algo poco usual en el mundo de los piratas. Pero, a veces, algunas veces la fortuna sonreía con dientes de oro.
El mayor golpe individual de la Edad de Oro de la piratería tuvo lugar el 26 de abril de 1721. El capitán Taylor a bordo del Cassandra entró en el fondeadero St Denis en la isla de Bourbon en el archipiélago de las Mauricio. Iba con él el Victory mandado por el francés La Buze.
Anclado en el puerto estaba el barco de bandera portuguesa Nossa Senhora do Cabo, que venía desde Goa, en la India. Estaba cargado hasta los topes con los lujos de Oriente: sedas y textiles hindúes y chinos, porcelana y productos exóticos de todo tipo. Pero lo mejor estaba por descubrir, kilos y kilos de diamantes, la mayoría pertenecientes al virrey de Goa, Dom Luis Carlos Ignacio Xavier de Meneses, V Conde de Ericeira.
Los dos barcos piratas se pusieron a los lados del barco portugués y soltaron, simultaneamente, dos descargas sobre los desprevenidos marinos portugueses. Los piratas saltaron al abordaje, más de 200 piratas completamente armados contra 130 marineros con su puñales y únicamente 34 mosquetes.
El Conde presentó batalla en el alcázar, en un combate cuerpo a cuerpo contra el capitán Taylor su espada se partió en dos, siguió dando estocadas con lo que restaba de su arma. Viendo esa muestra de hombría el capitán Taylor gritó ofreciendo cuartel a los portugueses restantes. Los piratas se reagruparon y la lucha terminó.
La valentía del Conde de Ericeira le ganó el respeto de los piratas que lo trataron con suma cortesía, y le devolvieron la espada rota a pesar de que la empuñadura estaba engarzada con oro y diamantes. Cuando el gobernador de Bourbon hubo pagado 400 libras de rescate, los piratas lo enviaron a tierra en un bote engalanado y dispararon una salva de 21 cañonazos, el saludo real.
Cuando los piratas calcularon el botín, este alcanzó a más de un millón de libras al cambio. En el reparto cada uno de los piratas recibió más de 4.000 libras y 42 diamantes.
La mayoría de los piratas se largaron con el botín. Unos 140 hombres con Taylor intentaron conseguir un perdón inglés del gobernador de Jamaica, al no conseguirlo pusieron proa a Portobelo en Panamá. Allí consiguieron el perdón del Rey de España. Sin duda debido al tremendo valor que la capacidad de gasto de los piratas tendría sobre la economía de la colonia.
El capitán Taylor pasó el resto de su vida activa como un acaudalado oficial al mando de un navío-patrulla español en aguas centroamericanas.
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