La hermandad de los piratas a bordo era muy democrática, tomando esta palabra con muchas precauciones: Excepto en el combate, por lo general las decisiones importantes se tomaban con una votación de mano alzada, y si había una minoría disidente lo suficientemente grande, abandonaba el barco y emprendía una carrera por su cuenta. El privilegio se consideraba el primer paso hacía la autocracia. “Sólo le permiten ser capitán con la condición de poder se capitanes por encima de él”. El capitán carecía de autoridad constitucional y no tenía ningún privilegio especial excepto una parte doble del botín. Aunque usaba el camarote del capitán, cualquiera podía entrar y sentarse cuando y donde quisiera.
Excepto en el combate, “el poder del capitán es incontrolable en la persecución o la batalla, y puede apalear, cortar e incluso matar a cualquiera que no acate una orden.”
El hombre fuerte del barco era el cabo de mar. Era el magistrado y castigaba los delitos menores. Los delitos graves se juzgaban ante el jurado. Era el primer hombre en pasar al abordaje. Era el responsable de la selección y reparto del botín.
A los especialistas los llamaban “artistas”: carpintero, velero (fabricante de velas), cirujano. El piloto estaba a cargo de la navegación y de la elección de las velas. El contramaestre era responsable del mantenimiento, de los aparejos y pertrechos y del trabajo cotidiano del barco.
El artillero se hallaba a cargo de las municiones, del entrenamiento de las dotaciones de artillería y de dirigir las andanadas en el ataque. Los especialistas más populares eran los miembros de la orquesta. Casi la única diversión a bordo era escuchar música, tanto en el tiempo libre como en los momentos de duro trabajo.
No aceptaban marineros corrientes, había muchos voluntarios. Y casi nunca obligaban a enrolarse a hombres casados. Cuando un hombre era obligado a unírseles, el cabo de mar le entregaba un documento en el que exponían que lo habían obligado; dicho documento lo podía usar, y de hecho se usó muchas veces, como defensa en un juicio cuando esos piratas eran capturados.
Si un pirata mataba a otro, el castigo consistía en atar juntos al cadáver y a su asesino y tirarlos por la borda. Un castigo terrible era el abandono en una isla desierta. Al abandonado se le daba una botella de ron y una pistola con sólo una carga de pólvora y una bala.
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