martes, 15 de septiembre de 2020

A la búsqueda de españoles perdidos en el Pacífico Su

Álvaro Saavedra Cerón

Baeza (Jaén), ? - Islas Hawaii, 1529

Las gestas del Descubrimiento del Mar del Sur están llenas de éxitos, fracasos e intentos repetidos una y otra vez, veamos uno de ellos.

Hernán Cortés recibió, en el año 1526, una orden del emperador Carlos en la que este le insta a utilizar las naves que construía en el Pacífico para una expedición que tenía por fin recabar noticias de las empresas de García Jofre de Loaysa y Sebastián Caboto en los mares del Sur, ofrecerles ayuda, si fuera menester; conocer el paradero de Gómez de Espinosa, miembro de la tripulación de Magallanes; trazar mapas de los lugares recorridos, y hacerse con especias para su posible cultivo. Y, ya de paso, ejercer labores de espionaje sobre los portugueses en las islas Molucas.


Como jefe de aquella flota compuesta por tres navíos y una tripulación de cien hombres, Cortés nombró a su primo, Álvaro de Saavedra Cerón. Partieron en 1527 de Zihuatanejo (actual México). Tras una devastadora tormenta, dos de las naves se perdieron y solo quedó la Florida, en la que iba Saavedra. Cuando llegaron por fin a Mindanao, en las Filipinas, encontraron a un desertor de la flota de Loaysa, quien les aportó valiosas informaciones para la navegación entre islas, así como importantes datos geográficos. Encontraron también españoles en las islas de Sarragán y Gilolo. Llegados a Tidore, se toparon con más compatriotas y fueron recibidos con algarabía, ya que estos eran hostigados por los portugueses, que se había hecho fuertes en algunas islas cercanas. Después de reparar la nave, pertrecharla y abastecerse de agua, iniciaron el viaje de vuelta a casa con una petición de auxilio y mucho clavo en las bodegas. 


Pero de nuevo la meteorología cruel del mal llamado Pacífico con los vientos y corrientes adversos les hizo regresar a las Filipinas, no sin antes recalar en las islas de Misory y Almirantazgo, pasar por las islas Carolinas y las Marianas y descubrir Nueva Guinea. Lo intentaron de nuevo en mayo 1529, no solo sin éxito, sino también con una importantísima pérdida: la del propio Álvaro Saavedra Cerón, que encontró la muerte cerca de Hawaii. La tripulación decidió llegar a Nueva España, tal y como ordenaba la misión, pero ni los vientos, ni las mareas, ni las corrientes, ni la nave (muy deteriorada) estaban por la labor. Tomaron la decisión de retornar a Tidore, en la Molucas y permanecer en el Índico.

La ruta del tornaviaje de Asia a América todavía tardaría tres décadas en descubrirse.

 

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