lunes, 7 de septiembre de 2020

El almeriense que conquistó Tombuctú

Yuder Pachá

Cuevas de Almanzora (Almería) mediados del s. XVI – Marrakech (Marruecos) 1605

Muchos creían, en el s. XVI, que el oro procedía de Tombuctú, ciudad de la región de Gao, en Mali, a pocos kms del delta del río Níger, punto de encuentro de numerosas caravanas y ciudad floreciente del Imperio Songhay.

El morisco almeriense Yuder Pachá había sido capturado en su juventud tras una incursión de los turcos por el valle de Almanzora y fue llevado como prisionero al palacio del sultán Abd al-Malik de Marrakech. Poco a poco fue subiendo puestos en el escalafón palaciego, hasta que llegó al poder un nuevo sultán, Ahmad al-Mansur, con una idea en la cabeza: crear un imperio en el África occidental.

Pachá gozaba de la confianza de al-Mansur, había sido nombrado cadí de Marrakech. Al llegar informaciones de que el reino de Songhay estaba sufriendo revueltas y conflictos internos, al-Mansur decidió que era el momento propicio para enviar una expedición y conquistar la evocadora urbe en busca del oro imaginado para financiar su sueño imperial.

Pachá se puso al frente de una fuerza de 5.000 guerreros, entre lanceros, arcabuceros y auxiliares, dotados de todo tipo de pertrechos a lomos de 8.000 camellos. Corría el año 1590. Frente a él, el desierto del Sáhara.

Los songhay enterados de esa campaña, confiaron en que esa inmensa franja de tierra desolada y calurosa disuadiría al ejército de llegar a las puertas de su ciudad. Pero Pachá tenía bien controlados los emplazamientos de los estratégicos pozos de agua. En cuatro meses se plantaron ante las murallas de Tombuctú. Pero allí no había oro, ni riqueza alguna. Es más, en comparación con Fez o Marrakech, Tombuctú se presentaba como una pequeña población de paso. 



El oro se encontraba más al sur, en las minas del País de los Negros. Pachá mandó lo poco que había (algo de oro y unos cuantos esclavos) a su señor y este pensó que lo había traicionado.  Tras nuevos y fracasados intentos de conseguir oro, el sultán comprendió que Pachá tenía razón y que la expedición había sido un fracaso. 

El almeriense se trasladó a vivir a Fez, y cuando al-Mansur murió, su sucesor, un hombre muy desconfiado, decidió decapitar a Pachá.

Por su parte, Tombuctú entró en una imparable decadencia.


Para saber más: La gesta africana de Yuder Pachá. Manuel Villar Raso. El legado andalusí. Granada, 2003


 

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